dimecres, 28 d’octubre del 2015

QUEREMOS UN GOBIERNO QUE NO NOS MIENTA



He tenido la oportunidad de observarlo directamente durante estos cuatro años en el Congreso de los Diputados y siempre me ha admirado lo mismo: la sorprendente y inigualable capacidad de Mariano Rajoy para no mostrar ninguna emoción o empatía. La sensibilidad humana ante el dolor ajeno no va con él. Ya sea cuando anunciaba recortes sociales, la reforma laboral o cuándo se refería a la basura de la corrupción denominándola eufemísticamente “algunas pocas cosas que han pasado” el jefe de filas del PP no movía ni un músculo de la cara. Con frecuencia no levantaba ni la vista de los papeles y se limitaba a leer lo que sus asesores lo habían escrito, como un alumno especialmente aplicado y disciplinado.

Este, digamos, “estilo Rajoy” se ha extendido al conjunto de la bancada del PP. ¿Qué han hecho los diputados del PP, por ejemplo, cuando Rajoy anunciaba recortes a las prestaciones por desempleo? Aplaudir, fruto del entusiasmo, y ovacionarlo. ¿Cómo se puede vitorear a alguien que acaba de pasar la tijera por los subsidios básicos que reciben los ciudadanos que se han quedado sin trabajo? ¿A alguno se le ocurrió pensar en la dramática situación que esta “valiente decisión”, según el portavoz del PP, provocaría en millares de hogares que recibieron la noticia con temor y miedo ante un futuro que tendrían que afrontar con recursos todavía más limitados? ¿Cómo se puede aplaudir esto? No me entra en la cabeza…

Es esta insensibilidad, este cerrazón ante la realidad que se vive a pie de calle, esta actitud de dar la espalda sistemáticamente a los colectivos que han recibido directamente el impacto de los recortes salvajes de Rajoy y del PP (recuerdo una pancarta de una manifestación de personas con discapacidad que simplemente decía: “gobierno: ¡no nos hagáis más daño!”), es este desdén, en definitiva, al que hay que poner fin el próximo 20 de diciembre.

A la insensibilidad hay que añadir el desprecio. En esta legislatura Mariano Rajoy se ha convertido en el presidente de la historia democrática del país que más comparecencias del Parlamento ha rechazado. De 105 peticiones tan solo se ha dignado a comparecer dos veces. Todo un récord Guiness europeo en negativo…

El PP debe perder las elecciones también por regeneración y limpieza democrática. No podremos pasar página de la corrupción sistémica de los Bárcenas, Rato o Granados mientras los que han intentado minimizar los escándalos que han sacudido a la opinión pública, cuando no han intentado justificarlos, sigan al pie del timón. Por higiene democrática el PP debe pasar a la oposición para regenerarse y renovar sus filas.

Como han hecho durante estos cuatro años, ahora ante la cita con las urnas el PP y sus corifeos intentaran pasar de puntillas sobre la corrupción y el aumento de la pobreza y de las desigualdades que se han producido con Rajoy en el gobierno. Rodeado de asesores que se han formado en centros dónde se explica como lograr la “construcción mediática de la realidad” Rajoy se limitará todo el día a sacudir el mantra de “la milagrosa recuperación de la economía y la salida de la crisis” como paso previo al Nirvana económico que promete para la próxima legislatura.


La verdad, por desgracia, es otra. La verdad es que mientras el ciudadano común de este país se las ha visto y se las ha deseado para capear el temporal provocado por la gravísima crisis económica que hemos padecido, algunos pocos han aprovechado la zozobra para poner la mano en la caja y evadir sus capitales a paraísos fiscales. No podemos, no sería justo, dejar en la cabina de mando a los que han aprobado una amnistía fiscal para que los delincuentes fiscales de rentas altas salieran de rositas mientras se pasaba alegremente la tijera sobre las prestaciones a los parados, las ayudas a las personas con discapacidad y se engañara a los jubilados asegurando un “aumento” irreal de sus pensiones. Como ya se dijo hace 12 años, los ciudadanos de este país nos merecemos un gobierno que no nos mienta.      

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