Venia indignado. “Nunca me
hubiera esperado esto”, no se cansaba de repetir. Se trata de mi amigo Jaime,
una de las muchas personas que vinieron a Catalunya cuando era joven en busca
de una vida mejor ya que en su pueblo extremeño natal el franquismo había
condenado a gran parte de sus habitantes a la pobreza y no había manera de
encontrar trabajo. Como tantos otros trabajó y echó raíces en Tarragona y en
Cataluña donde han nacido sus hijos y sus nietos. Por desgracia, también como
tantos otros, Jaime destina una parte de su pensión actual a ayudar a la
familia de uno de sus hijos que está en el paro. “Me rompe el corazón ver que
pasa el tiempo y no encuentra trabajo. Ayudo en todo lo que puedo, como
cualquier padre ayudaría a su hijo.” Jaime fue una de las personas que “por
ingenuidad”, según reconoce ahora, votaron al PP en las últimas elecciones
legislativas del 2011. “Sonaba tan bien eso de que tenían “la formula” para
crear trabajo que me dije, vamos a probar con estos.”
Ya hace tiempo que reconoce que
se equivocó. “Cuando me di cuenta de que todo eran mentiras y excusas para
recortar a troche y moche me juré a mi mismo que nunca más volvería a votar al
PP. Luego vino todo el escándalo Bárcenas, más propio del guión de una película
de Cantinflas que de un partido de gobierno. Pero esto de las pensiones, la
verdad, no me lo esperaba.”
El motivo de su indignación era
que el gobierno del PP acababa de pregonar a bombo y platillo un “aumento” de
las pensiones del 0,25% para el año que viene. Sin embargo un vecino suyo
economista le explicó que la diferencia entre este “generoso aumento” y lo que
el gobierno debería pagar a los pensionistas si tuviera en cuenta el aumento real
del IPC, tal como establece la normativa actual, supondrá que el año que viene
Jaime, y el resto de los 160.000 pensionistas de la provincia de Tarragona,
perderán de media unos 200 euros de poder adquisitivo anual. (Jaime cobra una
pensión de 803 euros al mes).
“Y encima lo venden como una
“subida de las pensiones”. No tienen vergüenza!”, iba explicando a todo el
mundo. Es decir, el gobierno de Rajoy no tan solo empobrecerá a los pensionistas sino que incluso se atreve
a insultar a su inteligencia y vender esta perdida de poder adquisitivo como un
“aumento” de las pensiones. A estas alturas de la legislatura ya casi nada nos
sorprende de Rajoy y su gobierno pero recortar 33.000 millones de euros
quitándoselos a ciudadanos jubilados como mi amigo Jaime que se han dejado la
salud trabajando duramente para levantar este país no tiene nombre. Hacerlo con
la cobardía moral ya habitual del PP que se dedica a “vender” una cosa (subir
las pensiones) cuando en realidad hace lo contrario (bajar las pensiones) es
añadir un plus de indecencia a una decisión tremendamente injusta.
Se quita 33.000 millones de
euros de los bolsillos de los pensionistas pero se dan 37.000 millones de euros
de ayudas públicas para salvar a la banca. O sea, la derecha carga el peso de
la crisis sobre los de siempre: las clases populares, los pensionistas, los
jóvenes, las mujeres, los parados y los trabajadores. Y mientras, las rentas
altas y los evasores fiscales se benefician de una amnistía fiscal echa a
medida por un Montoro compasivo. De pena.
“Pasaré la tijera por todo
menos por las pensiones, la sanidad y la educación públicas”, decía el señor
Rajoy en el debate con Rubalcaba previo a les elecciones. Nos reíamos
recordando estas solemnes promesas y le recordé a mi amigo Jaime la cita de un
cuento que le había explicado el día anterior a mi nieto: “Pinocho estaba tan
abatido que trató de correr para ocultarse, pero no pudo. Su nariz había
crecido tanto por decir tantas mentiras que no podía pasar por la puerta.” Tal
cual…
Article d'opinió de Luis Rosendo publicat al Més Tarragona
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