Cuando la profesora Clara
Zetkin, representando al Partido Socialista alemán, en la conferencia
internacional de mujeres socialistas de 1910 en Copenhague, propuso celebrar el
día internacional de las mujeres consiguió el respaldo de todas las delegadas asistentes.
En el congreso, además, se
exigieron mejoras laborales para las mujeres, derechos sindicales, mejores
salarios, la jornada de ocho horas y el rechazo al trabajo infantil. Zetkin
defendía un nuevo orden social.
La Revolución Rusa de 1917
tuvo mucho que ver en la elección de este día internacional. En Rusia se
celebraba el 8 de marzo desde 1914. En 1917 las mujeres rusas se amotinaron
ante la falta de alimentos, dando inicio al proceso revolucionario que acabaría
en el mes de octubre de ese mismo año. Los acontecimientos del 8 de marzo de
1917 son importantes, además de porque dieron origen a la revolución y porque
fueron protagonizados por mujeres, también porque fueron los que hicieron que
el Día Internacional de la Mujer se pasara a celebrar definitivamente el 8 de
marzo.
Cuando parece que todas las
reivindicaciones forman parte del pasado y que las revoluciones son historia,
la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha publicado el Informe Mundial
sobre Salarios 2014/2015, dónde ha analizado entre otros aspectos sociales la
desigualdad salarial entre hombres y mujeres en los diferentes países europeos.
Según los resultados del estudio realizado por la OIT la
desigualdad en las retribuciones entre mujeres y hombres no está justificada
por causas objetivas. La OIT señala que las españolas deberían cobrar un 2% más
que los hombres si se tuviera en cuenta una comparativa de sus capacidades
productivas.
Lejos de la reducción la brecha salarial, el informe de
vulnerabilidades elaborado por Cruz Roja, conocido hace tres días, nos ofrece
cifras alarmantes: el 75 % de estas mujeres viven en hogares de extrema
pobreza. La organización ha definido un perfil: la mayoría está en el paro, no
pueden llegar al final de mes, se hacen cargo del trabajo doméstico y de los
hijos, están mejor cualificadas que antes y muchas han sufrido malos tratos.
Con este panorama, el lema “Pan, tierras y paz” de los motines de mujeres de 1917 tendrá que volver a las pancartas.
El primer Día Internacional
de la Mujer en 1911, sacó a la calle más de un millón de mujeres. No podemos
abandonar la memoria de nuestras predecesoras, no podemos quedarnos en casa.
Este día 8 hemos vuelto a salir a la calle a defender nuestros
derechos, a exigir al gobierno del PP que no nos menosprecie, que nos sitúe en
primera línea, que abandone la idea de una sociedad en donde las mujeres somos
ciudadanas de segunda.
Defendamos nuestra dignidad en las urnas y en las calles.
Article de Rocío León publicat al diari Més Tarragona
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